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Author: La memoria de los nietos
El trabajo de recuperación de la identidad de aquellas personas que habían luchado por la democracia y por las libertades en nuestro país empezó en el propio hogar: Las pequeñas historias fueron pasando en silencio durante décadas hasta llegar a los nietos, que son los protagonistas - junto a las víctimas- de este proceso de recuperación.
Proceso que permite que todos podamos conocer una identidad colectiva mucho más real de lo que supuso la persecución política e ideológica durante el Franquismo.
La represión franquista impuso un largo silencio en la memoria de los vencidos: éstos fueron obligados a renegar de su pasado político. Los hijos de las víctimas vivieron huérfanos de recuerdos, privados de la condición de ciudadanos y estigmatizados como “rojos”, tuvieron que crear mecanismos de supervivencia guardando en lo más profundo de su memoria todo aquello relacionado con sus progenitores .
Pero sorprendentemente, fruto del silencio y del propio sistema de represión, un hilo de memoria consiguió filtrarse, mientras la voz baja se hizo cómplice de todo este fenómeno.
Y con el fin del franquismo y la llegada de la democracia, seguía el olvido, aunque las circunstancias permitían vislumbrar nuevas esperanzas para aquel recuerdo guardado casi a escondidas entre los rincones. Las familias hicieron Memoria: ¿Qué había pasado? ¿Dónde está mi abuelo? ¿Quién era? Preguntas formuladas cada vez en voz más alta. Y el silencio se rompió. Y surgió el ansia de búsqueda, de volver la mirada atrás y cicatrizar una herida que llevaba muchos años supurando olvido.
Son los nietos los que rescatan a sus abuelos desaparecidos, los humanizan, les devuelven el rostro, los defienden de las agresiones de la Historia Oficial y reivindican su vida como algo honorable.
Ya no son delincuentes, han vuelto a ser Personas.
Proceso que permite que todos podamos conocer una identidad colectiva mucho más real de lo que supuso la persecución política e ideológica durante el Franquismo.
La represión franquista impuso un largo silencio en la memoria de los vencidos: éstos fueron obligados a renegar de su pasado político. Los hijos de las víctimas vivieron huérfanos de recuerdos, privados de la condición de ciudadanos y estigmatizados como “rojos”, tuvieron que crear mecanismos de supervivencia guardando en lo más profundo de su memoria todo aquello relacionado con sus progenitores .
Pero sorprendentemente, fruto del silencio y del propio sistema de represión, un hilo de memoria consiguió filtrarse, mientras la voz baja se hizo cómplice de todo este fenómeno.
Y con el fin del franquismo y la llegada de la democracia, seguía el olvido, aunque las circunstancias permitían vislumbrar nuevas esperanzas para aquel recuerdo guardado casi a escondidas entre los rincones. Las familias hicieron Memoria: ¿Qué había pasado? ¿Dónde está mi abuelo? ¿Quién era? Preguntas formuladas cada vez en voz más alta. Y el silencio se rompió. Y surgió el ansia de búsqueda, de volver la mirada atrás y cicatrizar una herida que llevaba muchos años supurando olvido.
Son los nietos los que rescatan a sus abuelos desaparecidos, los humanizan, les devuelven el rostro, los defienden de las agresiones de la Historia Oficial y reivindican su vida como algo honorable.
Ya no son delincuentes, han vuelto a ser Personas.